Son muchos los niños a los que durante su infancia se les
puede calificar como buenos estudiantes, y que cuando llegan a la adolescencia
comienzan a mostrar signos de bajo rendimiento escolar:
bajas calificaciones, descenso de la motivación, falta de interés por la
escuela.
En general, la adolescencia es una etapa
de muchos cambios, físicos y psicológicos, y esto se traduce también en cambios
en el rendimiento académico, que en la mayoría de los casos suele ser un
“momento difícil” pero temporal.
¿Qué pueden hacer los padres ante esta situación?
1 Hablar, hablar y escuchar
Aunque a
veces resulta difícil hablar con un adolescente, hay que mantener la calma,
desarrollar la capacidad de escucha y no dejarse llevar por la ansiedad, el
enfado o el miedo. Establecer un buen cauce de comunicación con los hijos es la
base para tratar de resolver juntos los problemas.
2 Averiguar qué es lo que pasa
Si
existen problemas físicos que puedan estar afectando al rendimiento: fatiga,
problemas de alimentación, trastornos del aprendizaje no detectados hasta el
momento…, o problemas de interacción social: acoso de otros compañeros,
conflictos con el profesor, excesiva “presión académica”. Para ello hablar con
los profesores y/o orientadores de la institución educativa puede ser de gran
ayuda.
3 Interesarse por los gustos y aficiones de los
hijos.
Si les
gusta la música, el baile, algún deporte, permitir que tenga un tiempo y
espacio para desarrollar sus aficiones, controlando también que se mantenga el
compromiso de cumplir con las obligaciones escolares.
4 Más flexibilidad y menos autoridad.
La
disciplina no está reñida con el afecto ni con el diálogo. Una actitud empática
y flexible favorecerá siempre el diálogo y la búsqueda de soluciones pactadas.
5 Hablar sobre su “plan de vida”.
Conversar
acerca de su vocación, de sus planes de futuro y buscar información al
respecto. Plantearse unos objetivos a medio y largo plazo que le ayuden a
reflexionar acerca de los pasos a seguir y apoyarles para poder alcanzarlos.
En el
proceso de búsqueda de la identidad típico de la adolescencia, también se
incluye el saber “qué quiero hacer”, y tener momentos de duda y desconcierto es
un proceso normal en esta etapa.
En definitiva, escucharles, respetarles y guiarles
para buscar soluciones ante un problema concreto es la mejor manera de
acompañarles en un momento de cambio e incertidumbre tan inevitable como
pasajero.
Psicóloga Beatriz Montesinos
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