La preadolescencia marca el paso de la niñez a la adolescencia y se sitúa entre los 9 y los 13 años. A partir de los 13 años la preadolescencia da paso a la adolescencia y los cambios se aceleran todavía más. Ambas etapas integran un período en el que el niño ya no es pequeño, pero tampoco adulto y los cambios en la apariencia (el cuerpo, los rasgos, la voz…) van acompañados de modificaciones en los comportamientos, emociones y conductas, que mezclan actitudes infantiles y juveniles.
1. Mantén la calma y apóyale. Es importante que tengas paciencia. En esta etapa necesita especialmente el apoyo de las personas que le rodean y le quieren. Se trata de un periodo confuso, en el que la autoestima baja y la seguridad tambalea. Esto puede generar agresividad, cambios de humor repentinos o actitudes duras hacia los padres: trata de evitar el enfrentamiento y muéstrale tu cariño incondicional.
2. Escucha y pregunta. Durante esta etapa el adolescente puede tender al aislamiento y evitar las conversaciones con los padres. Haz que se sienta escuchado cuando se decida a contarte algo, no le juzgues, pregúntale cómo se siente, pide su opinión y demuéstrale que te interesa lo que piensa.
3. Fomenta el razonamiento y la lógica. El cuerpo de tu hijo está cambiando, pero su capacidad de tomar decisiones y actuar con lógica y responsabilidad todavía no ha madurado. Por eso es importante que le guíes, trabajes con él: el pensamiento razonado y crítico y el respeto mutuo.
4. Trabaja la responsabilidad. Si das a tu hijo ciertas responsabilidades, teniendo en cuenta su grado de madurez y sus capacidades, le mostrarás que empiezas a tratarle como un adulto y ayudarás a su desarrollo psicológico y a la adquisición de valores.
5. Involúcrate en su educación. Apoya su esfuerzo, infórmate de sus avances en el colegio y destaca sus capacidades y destrezas. Es recomendable que se mantengan unas rutinas en casa que completen el trabajo en el aula. También será el momento de que le ayudes en la toma de decisiones respecto a los estudios y su futuro laboral.
6. Mantén unas normas. Aunque le des cierta libertad y autonomía, las reglas y la rutina ayudan a establecer la estructura de seguridad que el adolescente necesita. Permite cierta negociación al establecer las normas, evita presionarle y no crees expectativas demasiado altas que no pueda alcanzar.
7. Cuida su salud: La alimentación, el descanso y el ejercicio físico, son fundamentales.
8. Vigila sus comportamientos. Permanece atento a los acercamientos al alcohol y las drogas, amistades poco recomendables, trastornos alimenticios o signos de adicción a la tecnología, Internet o las redes sociales. Demuéstrale que no está solo y si es necesario busca ayuda profesional.
Tomado de Aulaplaneta.com
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