La mayoría de los niños desafían algunas veces los deseos de sus padres. Esto es parte del proceso de crecimiento y pone a prueba las normas y expectativas de los adultos. Es una manera en que los niños aprenden y se descubren a sí mismos, expresan su individualidad y logran un sentido de autonomía. A medida que extienden sus alas independientes y entran en conflictos menores con sus padres, descubren los límites de las normas de sus padres y de su propio autocontrol.
Ser comprensivos
Cuando
le pidas al niño que entre a almorzar y te grite: “¡Ahora no!” y luego se ponga
a llorar cuando le obligues a entrar en la casa de todos modos, intenta ponerte
en su lugar. Abrázalo y asegúrale que entiendes lo difícil que es dejar a sus
amigos, pero que el almuerzo ya está preparado.
Se
trata de demostrarle que, en realidad, estás de su lado. Procura no enojarte
(aunque los vecinos se quedan mirando el espectáculo). Sé amable pero firme y
hazlo entrar en la casa cuando le toque hacerlo.
Establecer
límites
Los
niños necesitan, e incluso quieren, límites. Establécelos y asegúrate de que tu
hijo sabe cuáles son. Díselo con claridad: “No se pega. Si estás enojado, usa
tus palabras para decirle a José que quieres que te devuelva el juguete”, o
“Recuerda, siempre tienes que sujetarme de la mano en la calle”.
Si tu
hijo tiene problemas a la hora de seguir las reglas, procura encontrar
soluciones. Si le pega a su hermanita porque se siente que lo dejas de lado,
por ejemplo, ayúdalo que comparta el juego con su hermano (a), y luego
encuentra la manera de que pase tiempo a solas contigo.
Reforzar
el buen comportamiento
En
lugar de fijarte en el comportamiento de tu hijo únicamente cuando se porta
mal, procura señalar también aquellas ocasiones en que actúa de manera
apropiada. Un sencillo “Gracias por colgar tu saco” o “Me ayudas mucho
cuando compartes tus juguetes con tu hermana pequeña”, lo motivará a
repetir su buen comportamiento.
Y
aunque es posible que te sientas tentada de darle una reprimenda verbal cuando
su comportamiento no sea el más deseable, muérdete la lengua. Cuando un niño se
porta mal, ya se siente mal. Hacerle sentir peor solo provoca más
comportamiento negativo. Mantén la calma y
sé un buen ejemplo para él.
Decirle lo
que ha hecho bien o mal y lo que tiene que hacer, para que lo relaciones con la
consecuencia.
Con
niños y niñas mayores razona con ellos, explícales las normas. Deja que se
equivoquen y que comprueben las consecuencias de sus actos. (Cuando no recoja u
organice sus cosas no lo hagas tú, si no cumple con sus deberes, no le ayudes a
última hora). Ayúdales a decidir y a tener confianza.
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