La
comunicación es la forma cómo expresamos nuestros intereses, emociones,
acciones, acuerdos y desacuerdos. Como muchas de las habilidades básicas, la
familia es la primera y gran educadora de esa habilidad. El aprendizaje de la
comunicación inicia desde la primera infancia y es una habilidad vital en el
desarrollo.
Comunicarse
de manera adecuada implica que podamos hablar de nuestros acuerdos y
desacuerdos, expresar emociones positivas y negativas, saber decir no sin
sentirse culpable o presionado, y a entablar conversaciones con personas
diferentes en cualquier contexto.
Aprender
a hablar en familia es importante porque una buena comunicación ayuda a las
familias a permanecer juntas, a ser solidarios entre los miembros, mejora la
confianza en sí mismo, permite defender los derechos propios en cualquier
escenario, ayuda a resolver problemas de forma pacífica y constructiva, estrecha
los lazos familiares, y genera confianza entre los miembros de la familia.
Para
enseñar a comunicarse adecuadamente, debemos dar ejemplo cuidando nuestra comunicación.
Para ello podemos seguir las siguientes pautas:
- Colocarse en el lugar del otro
- Escuchar sin interrumpir
- Dar opciones
- Evitar comparar
- No generalizar
- Pedir la opinión del otro
- Reconocer los errores
- Ser concreto en las tareas y en las peticiones
- Buscar que la postura corporal y tono de voz sean coherentes con el mensaje verbal
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