El apego es el resultado de la relación del cuidador con el
niño durante los tres primeros años de su vida. Esta relación afectará de
diferentes maneras las relaciones que establecemos durante toda nuestra vida y
cómo nos relacionaremos con nuestros padres durante la vida adulta. Para que
esta relación sea positiva debemos:
1. Responder a
las necesidades de cuidado y afecto de los niños de manera constante.
2. Mostrarnos
cariñosos, seguros y firmes en el trato con nuestros hijos.
3. Construir
límites para que los niños se sientan seguros.
4. Brindar
afecto de diferentes formas: palabras, caricias y actos de servicio.
5. Escuchar y
hablar con nuestros hijos, mirándolos a los ojos y teniendo contacto físico con
ellos.
6. Jugar con
ellos es importante porque así demostramos que su mundo también es importante
para nosotros.
Algunas veces, no sabemos si estamos construyendo una
relación positiva con nuestros hijos. Es posible identificar el tipo de
relación que tenemos con ellos. Cuando los niños desarrollan un vínculo
positivo con los cuidadores:
1. Se esfuerzan
por mantener la proximidad con su cuidador.
2. Buscan el
contacto físico y emocional de manera repetida en el tiempo.
3. Se sienten
más seguro para explorar cuando están cerca de su figura de apego.
4. Cuando se
separan de su cuidador, sienten ansiedad. Además, hacen esfuerzos por atraer su
atención.
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