A nuestros
hijos, como padres, los aconsejamos y respondemos sus preguntas. Es tan común,
que incluso hay manuales sobre cómo responder preguntas ante eventos traumáticos,
desastres o terrorismo. Cuando acuden en busca de ayuda sobre temas difíciles, tenemos
siempre buenas intenciones de comunicarles lo mejor. Sin embargo, resulta
frustrante el hecho de que muchas veces los chicos demuestran decepción y falta
de entendimiento luego de una conversación. Es necesario entonces detenernos a
pensar por un momento si en realidad estamos dialogando con nuestros hijos o
sermoneando sus acciones.
Todo
comienza con el ambiente que creamos como familia. Podemos fomentar un clima de
diálogo en la que ellos sientan confianza de que no serán superficialmente
criticados, sino apoyados en sus buenas decisiones y que recibirán una guía
adecuada cuando no sepan qué hacer respecto a un hecho determinado. Los
siguientes pasos, ayudan a convertirse en un padre dialogador con
los hijos:
Los padres
que dialogan con sus hijos evitan un sermón
Quizás no
damos “sermones” a nuestros hijos; sin embargo, a ellos puede parecerles lo
contrario, según nuestra actitud. Muchas veces el diálogo con los hijos
requiere que escuchemos antes de hablar. Esto nos da la oportunidad de entender
qué es lo que intentan comunicarnos para saber si buscan una respuesta o un consejo.
Por ejemplo, un padre “sermoneador” respondería: “Te dije que eso te pasaría
porque los niños que desobedecen…”. Probablemente el hijo sepa que, al haber
desobedecido, pasó lo que su padre le advirtió. Hay que tomar en cuenta que, si
juzgamos o criticamos demasiado a nuestros hijos, podemos caer en el bullying
parental. Un padre “dialogador”, en cambio, le preguntaría
a su hijo: “¿Qué has pensado sobre esta lección que aprendiste?”, “¿Qué vas a
hacer para revertir tus acciones?”. De esta manera le resultará más sencillo
expresar lo que piensa, y luego buscar consejos más allá de sus padres y
proceder al respecto.
Los padres
que dialogan con sus hijos aprovechan momentos oportunos de enseñanza
En
ocasiones nos vemos agobiados por exigencias del trabajo y otras
responsabilidades que requieren tiempo y atención. Esto puede afectar a la
familia cuando los hijos tienen dudas o asuntos importantes que tratar con sus
padres, y reciben respuestas del tipo: “Ahora no, estoy ocupado”, o “Después de
que termine este proyecto podemos hablar”. Quizás ese momento nunca llegue o el
hijo haya perdido interés para el momento en que los padres puedan hablar con
él. Muchas tragedias morales entre los jóvenes se podrían evitar si algún padre
hubiera estado ahí a tiempo, escuchando con atención lo que el hijo ha
intentado comunicar. Al prestar atención a lo que ellos nos comunican podemos
aprovechar estas oportunidades para enseñarles principios específicos sobre esa
experiencia.
Los padres
que dialogan con sus hijos les enseñan excelentes actitudes
¿Qué
actitudes positivas queremos que nuestros hijos desarrollen para ser exitosos
en sus metas? Aunque parezca extensa la enumeración de actitudes que nos
gustaría ver en ellos, muchas podrían enseñarse a través del diálogo. Para
ilustrar esta verdad te invito a considerar las siguientes actitudes que los
hijos pueden desarrollar cuando el diálogo entre padres e hijos tiene lugar en
el hogar: a) Son más propensos a expresar sus sentimientos y a comunicarlos
confiadamente; b) Aprenden a tomar turnos y a respetar opiniones de otras
personas; c) Tienen tendencias a ver diferentes opciones de elección y a
aplicar uno o más consejos; d) Afianzan la relación con sus padres; y e) Llegan
a ser comprensivos con los demás al ver sus debilidades e identificar sus
fortalezas propias. Estas son los resultados del diálogo con los hijos.
Aplica estas ideas
para crear un ambiente de diálogo en tu hogar cuando hables con tus hijos.
Anders Peterson
Tomado de Familias.com
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